James Cameron escribía en 1996 el guion de lo que se convertiría en la primera entrega de Avatar pensando que, luego de Titanic, se embarcaría en su producción. Sin embargo, las necesidades tecnológicas que exigía el nuevo proyecto eran abismales y poco asequibles para ese entonces así que no fue sino 13 años después, en 2009, que Cameron daría vida a una de las épicas de ciencia ficción más exitosas de la historia.
Para 13 años más tarde entregarnos su segunda parte. Que si bien está estructurada como una secuela, podría también entenderse como un relanzamiento de la franquicia. Liberándolas del peso del tiempo que hay entre ambas y sirviendo para replantear los temas que se trataron en la primera, sin contradicciones y ampliando el enfoque.
Imperialismo
En el año 2154, los humanos han alcanzado el viaje intergaláctico. En pandora, una luna masiva ubicada en la órbita del planeta polífemo, se ha encontrado unobtainium, un mineral con extraordinarias propiedades y enormemente cotizado por los terrícolas.
Como este material se encuentra dentro de los aposentos de los Onomaticaya, una tribu Na’vi nativa de pandora, se ha desarrollado el proyecto Avatar, en el que algunxs humanxs proyectarán sus conciencias sobre cuerpos Na’vi artificiales, para lograr introducirse con los nativos y así despojarlos de sus tierras y recursos.
En la primera parte se nos muestra que, a diferencia de muchas cintas de este tipo, la tierra sigue siendo habitable y no existe necesidad alguna de que la humanidad emigre hasta este punto recóndito en el espacio. En cambio, la única utilidad que se encuentra en este nuevo paradero, es la posibilidad del unobtanium, para su uso y comercialización.
Cabe mencionar que el unobtanium es un material ficticio recurrente en las historias de ciencia ficción dotado de espléndidas cualidades y procede de la palabra anglosajona unobtainable por su alto grado de dificultad para conseguirse, algunos ejemplos son el adamantium, el vibranium o la valyria .
Pero más allá de su concepción imaginaria, al menos en Avatar, cobra realismo en referencia al petróleo, combustible fósil que sigue teniendo una gran demanda y que ha desatado algunos de los conflictos bélicos más grandes de los últimos años como la ocupación norteamericana en Vietnam, Afganistán o Irak, siendo esta última la principal aludida según declaraciones del director.
Aparte del medio oriente, este fenómeno, denominado imperialismo, en el que un país ejerce dominio sobre otro mediante situaciones económicas, militares, de ocupación o explotación, también es reconocible en muchos territorios de América Latina, perpetuado por el mismo protagonista, Estados Unidos.
Así, el hecho de que un cineasta norteamericano aborde la problemática es plausible aunque quedan en entredicho algunos aspectos como la cuestión del lenguaje en la que vemos a los Na’vi hablando un inglés fluido, dejando de lado su lengua materna sin motivo alguno más que para el consumo del público.
Colonialismo
Por otro lado, en The Way of Water la situación cambia. Se menciona que, por motivos no revelados, la tierra está muriendo y el objetivo gira en torno al genocidio Na’vi para, posteriormente colonizar Pandora. En este sentido, la segunda parte de la saga flaquea en los mismos puntos que la primera, sobretodo y de nuevo, el lenguaje.
Además de esto, el unobtanium ya no es del interés humanx, ahora la amrita se ha posicionado como el nuevo oro líquido, sujeto a las ambiciones terrestres. Este material no es otra cosa más que las enzimas cerebrales de lxs tulkun, que tienen un efecto antienvejecimiento para la humanidad.
Ambientalismo
Es en este acto se potencia uno de los temas que se atienden desde la precuela, el medio ambiente. En aquel lejano 2009 vimos a la naturaleza de pandora cobrar vida. No sólo por los increíbles paisajes neozelandeses que se grabaron, sino a partir de la conexión de lxs Na’vi con su entorno y su conceptualización como Eywa.
Sin embargo, se desvanece de a poco porque en nuestro protagonista, Jake Sully, a pesar de encontrar un vínculo similar al de los nativos, se arrima más un interés romántico hacia Neytiri, quién termina siendo un simil de Eywa sin lograr consolidarse como tal.
En The Way of Water encontramos con un mejor abordaje al tema en el que, incluso, se alcanza mayor profundidad como sostenibilidad/sustentabilidad. Partiendo de sus tres horas de duración, que nos permiten apreciar a Pandora en todo su esplendor y generar una empatía por todo y todos lo que ahí habitan, además de otros dos factores que resaltan este enfoque.
Por un lado, tenemos a Kiri, la hija adoptiva de Jake y Neytiri quien fuera concebida por Grace. Kiri muestra un entendimiento con su contexto incluso mayor al de lxs pandoras y con el paso de los minutos nos sugieren que es la plena encarnación de Eywa y que su nacimiento fue un suceso bíblico.
Por el otro lado tenemos la relación entre Lo’ak y Payakan. Una relación mucho más armónica que el romance de la previa. En donde el entendimiento entre el Na’vi y el Tulkun retumba por fuera del especismo y permea sobre el resto de lxs Metkayina, la nueva tribu que se nos introduce. Con ambas posturas se replantean y evitan las carencias que tuvimos con Sully.

Militarismo
Jake Sully, aquel parapléjico marine retirado, quien fuera llamado a unirse al proyecto avatar dada la huella genética compartida con su hermano gemelo fallecido, miembro de la misma iniciativa, que le permite hacer la sincronización con el Na’vi artificial.
Esta empresa militar nos evoca a la cultura norteamericana, consideradxs como el país con la mayor fuerza bélica en el planeta con 1,395,000 soldadxs en activo y otrxs 843,000 en reserva, 13,247 aeronaves, 6,612 tanques, 484 barcos y 5,550 armas nucleares que conllevan un gasto anual de $777,251.00 dólares.
Además de las bajas por los distintos conflictos en los que la nación se encuentra involucrada, el principal problema humano que existe es la situación que atraviesan lxs soldadxs una vez terminan su proceso y se convierten en veteranos.
Siendo jueces y víctimas de su propia idiosincrasia y el sistema que los somete a sinsentidos y les retribuye los problemas físicos y psicológicos que les impiden, a muchxs de ellxs, reinsertarse en la sociedad tal cual le sucede a Jake quien, incapaz de colocarse en alguna otra labor, termina retomando un lugar dentro de las fuerzas privadas que apreciamos en la cinta.
Utilitarismo
Sobretodo ante la situación de discapacidad (paraplejia) que atraviesa, causa de su retiro como marine y, aunque no se profundiza mucho sobre su discapacidad, la misma narrativa indica que su valor como persona es directa y altamente afectada por ello.
Incluso el motivo por el que decide unirse a los Na’vi, para defender pandora, parece por momentos un tema menos romántico de lo que aparenta. Quizás el móvil que lo rige no sea más que la necesidad de rescatar el sitio en el que recuperó su utilidad y se revalorizó como persona/Na’vi.

Épica
Tanto Avatar como The Way of Water son muestra de la paciencia y perseverancia que caracterizan a James Cameron, así como el amor a su trabajo, al género y al medio. Si bien ni su guion ni la historia son lo suficientemente sólidos, los temas que se aluden, el trabajo tecnológico, su diseño, fotografía y producción las terminan solventando y colocando no sólo como otra larga franquicia cinematográfica pero como una de las Épicas de ciencia ficción más importantes del género y del cine mismo.
No olvides escuchar el episodio de Horizonte de Sucesos dedicado a Avatar y The Way of Water.