¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? o Blade Runner

Por Daniel Peralta

¿Guerra o Postguerra?

Mientras que en algunos lugares del planeta apenas se estaba recuperando el orden perdido en el caos de la segunda guerra mundial, en las décadas de los sesentas a los noventas, la humanidad fue testigo de uno de los conflictos bélicos más longevos de su historia: La guerra fría.

Durante esta época, el terror por una catástrofe nuclear y por lo desconocido, lo ajeno, azotaba las mentes de la población mundial. Es bajo este contexto que Philip K. Dick crea una historia, un universo y un futuro especulativo sobre estos temores y sobre la humanidad.

En “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” un planeta afectado por la tercera guerra mundial o guerra mundial terminal, su sociedad y medio ambiente, se han visto deteriorados por los restos de las armas atómicas que han sido detonadas y en la ciudad de Los Angeles la situación no es diferente. Los remanentes de la humanidad han buscado huir a Marte en búsqueda de mejores condiciones.

La ONU, uno de los principales impulsores de esa iniciativa, ha ofrecido un androide orgánico (replicante) a todo aquel que decida partir al nuevo destino para apoyarle en las tareas más arduas pero esta ayuda se ve prontamente cambiada a esclavitud y, bajo este contexto, un grupo de replicantes decide escapar a la tierra para hacerse pasar por humanos y obtener su libertad. Mientras tanto, una nueva teología se ha cimbrado en las sociedades: el mercerismo.

Mercerismo

Wilbur Mercer sube una montaña. Wilbur Mercer es apedreado al subir esa montaña. Wilbur Mercer llega a la cima de la montaña para morir. Wilbur Mercer muere para renacer. El mercerismo es la teología fundada por Wilbur Mercer quien nos ha impartido conocimiento a partir de su dolor. Su principal enseñanza es la empatía y el respeo por la vida.

La empatía es alcanzada a partir de las máquinas de empatía (valga la redundancia) que permiten al individuo entrar en la mente de Mercer y experimentar su camino, su ascenso y su caída además de las emociones y pensamientos de todo aquel conectado al dispositivo consiguiendo una aparente renovación en sus personas.

Kippel

Por otro lado, a partir del abandono, las cosas al igual que el planeta entero siguen el camino de deterioro. A estos objetos desgastados se les conocen como Kippel y al contrario de las personas que buscan fundirse con o en uno, el Kippel busca esparcirse en todo contaminando a los objetos no kippelizados poco a poco hasta acabar con todo.

Este efecto de Kippelización está basado en el concepto termodinámico de entropía, el cual habla de como, dentro de un macroestado de la materia, diferentes microestados van aumentando su extensión de manera irreversible hasta cambiar el orden general.

Es dentro de este contexto que seguimos a Rick Deckard, un mediocre blade runner, en su camino para sustituir su oveja eléctrica por un animal natural o morir en el intento, mientras casa al grupo de replicantes fugitivos.

Dicotomías y paralelismos

La novela es una profunda reflexión a las tensiones de la época y busca, a partir de dicotomías, que el lector se cuestione los principios que regían (y probablemente siguen rigiendo).

Mientras que el Mercerismo es una simulación de renovación de las personas y el alma, el kippel nos habla de la decadencia de los objetos. Al mismo tiempo la interacción entre la teología y la ciencia a partir de la máquina de empatía revela un posible camino al equilibrio entre ambas.

Uno de los paralelismos más importantes en la novela es el de Rick Deckard y J.R. Isidore. Mientras que Deckard es un blade runner que caza replicantes en busca de las bonificaciones que le acercarían a su objetivo de obtener un animal natural y, con ello, un mayor estatus social (relevancia como individuo); J.R. Isidore es un infrahumano, un cabeza de chorlito afectado severamente por el polvo, radiación y lluvia ácida, despojado de su valor como hombre y humano que sólo busca ser aceptado (relevancia dentro de un colectivo).

A partir de las interacciones de ambos personajes con los replicantes y otros humanos es que encontramos profundidad en el vital cuestionamiento de la obra sobre el significado de la humanidad, sobre apatía y empatía y sobre la misma realidad (ya hablaremos más delante de esto).

Por último, es sobre la dualidad en los personajes de Irán, la esposa de Rick y Rachel/Pris es que se nos revela la sexualidad como otro de los tantos vínculos a la humanidad y nos permite explorar sobre la figura de la femme fatale (característica de las obras de literatura y cine noir) y el papel de la mujer en la época.

Harrison Ford interpretando a Rick Deckard – Blade Runner 1982

Blade Runner

En su primera adaptación cinematográfica, de la mano de Ridley Scott y protagonizada por Harrison Ford, la obra concentra su relevancia en la cuestión estética.

El ambiente lluvioso y gris nos transporta al inconfundible noir y es la principal marca de la cinta sobre sus sucesoras en el subgénero del cyberpunk. Pero es a partir de la arquitectura de las estructuras mostradas en la película que el discurso de desigualdad se nos presenta. Mientras que en la parte alta de las edificaciones encontramos una fuerte iluminación y la presencia de tecnología, es en las calles donde se refleja obscuridad y precariedad.

Además la presencia de los espectaculares de inmensos consorcios nos refuerza la crítica hacia el consumismo y los sutiles detalles en la comida y diseño de producción nos sugieren cierta apropiación japonesa sobre la sociedad norteamericana.

La fotografía también toma un papel particularmente especial a la hora de marcar a través de esta la segregación entre humanos y replicantes. Los increíbles efectos especiales, regularmente señalados como de los mejores visuales en la historia de la cinematografía debido al aprovechamiento de los recursos viables de esos años, son, quizás, el punto más fuerte de la historia.

Y aunque Blade Runner, erguida como una película de culto dentro de la ciencia ficción y el cyberpunk, me parece una buena película y una decente adaptación, debo recalcar que el guion cuenta con más problemas que aciertos.

Con proyecciones de los replicantes absurdas, cayendo en lo irrisorio, Scott intenta emular el cuestionamiento sobre la humanidad quedándose bastante corto. Además nos introducen a un Deckard caricaturesco sin motivaciones u objetivos lo suficientemente robustos para llevar a cabo su misión y las interacciones entre los personajes terminan sintiéndose más obligadas para desencadenar los hechos que un intento de desarrollo de los sujetos.

La eliminación del personaje de Irán y el mal trabajo con Rachel y Pris borran la figura de la femme fatale mencionada antes recayendo en el estereotipo femenino de los 80 (y que sigue presente en nuestros días). Es así que aquel monólogo final de Batty queda como el único punto fuerte en este apartado.

La decadencia de Los Angeles en Blade Runner 1982

 2049

La secuela representaba todo un reto para la dirección de Denis Villeneuve. No sólo tenía la responsabilidad de cargar con el enorme peso de un ícono de la cinematografía cyberpunkeana y un hito cultural. También tenía que llenar los huecos dejados en el guion y la historia de su predecesor.

Con Harrison Ford retomando el papel de un Rick Deckard mucho más trabajado y como principal hilo conductor de la trama y el misterio de la nueva cinta a partir de los sucesos presentados en la precuela, Villeneuve logra, por fin, hacerle justicia al personaje en la pantalla grande.

Con la aparición de K (Ryan Gosling), un blade runner y replicante, el canadiense profundiza en el cuestionamiento de la humanidad e incluso expande el terreno con Joy (Ana de Armas), generando una reflexión sobre la relevancia del alma sobre un cuerpo físico. Además, junto con Luv (Silvia Hoeks), se retoma el sentido perdido con la falta de Irán y el mal trabajo con Pris y Rachel de la entrega pasada.

También se establece el concepto de Kippel de forma figurada a partir del caballo de madera que a su vez es un guiño al icónico unicornio onírico de Deckard y le da un “good end” al protagonista por excelencia de la saga.

Denis Villeneuve logra, en 2049, superar como adaptación a la primera entrega de Blade Runner. No sólo llena los huecos sino que los vuelve cimientos. Retoma toda la cuestión estética utilizando la fotografía y la iluminación para transportarnos por momentos a aquella Los Angeles que vimos por primera vez treinta años antes. Y lo hace tomando las mejores partes del trabajo de Dick y Scott con constantes guiños como el caballo, la oveja, la cabra y el perro de Deckard.

K y Joy con su nuevo dispositivo de proyección móvil – Blade Runner 2049

Recuerdos, sueños y Realidades

Con todo esto dicho, y a pesar de la diversidad de temas que encontramos en esta historia, el principal eje sobre la que gira “¿Sueñan los androides con ovejas eléctircas?” es la realidad y sus posibilidades a partir de nuestro pasado y nuestros sueños. Con la primera adaptación abriendo nuestras mentes a la complejidad de entender una realidad y con la segunda parte sugiriendo que lo real es todo aquello que decidamos.

Un comentario en “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? o Blade Runner

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: